domingo, 9 de mayo de 2010

A vueltas con la reforma laboral

Parece que el asunto de la reforma laboral va ya en serio, o al menos eso manifiestan cada una de las partes implicadas. Esto significa que los trabajadores hemos de empezar a temblar: cada una de las reformas anteriores ha supuesto un deterioro, mayor o menor, de las condiciones de trabajo. Y la que nos viene encima podría ser el comienzo de la estacada final, puesto que puede conllevar la consagración definitiva de la tan traída y llevada “flexibilidad laboral”.
Desde hace un tiempo ha aparecido un termino que lo ha querido suavizar: flexiseguridad. A parte de la complejidad de la palabrita y de que contenga el término “seguridad”, conviene que no bajemos la guardía. Es cierto que algunos utilizan este concepto con buena intencionalidad, pero también lo es que otros al hacer referencia a él esconden oscuras intenciones.
Como en todos aspectos, a la hora de buscar soluciones a una problemática, en especial tan sensible como es el trabajo, debemos partir de un análisis claro de la situación. En este caso, parece ser que lo que se plantea es que uno de los factores importantes para abordar esta crisis es la reforma de un mercado laboral que resulta excesivamente rígido para adaptarse a las necesidades de competitividad en un mundo globalizado.
Pues bien, en este análisis falla la perspectiva desde la que se hace. Se da por válido el estado de cosas: un sistema económico que funciona en la dinámica producción-consumo a cuyo servicio tienen que estar las personas. Esto responde a los intereses de quienes manejan los hilos del capital y del poder. Esta manera de plantear el mundo económico ya sabemos lo que conlleva: sufrimiento y dolor a millones de trabajadores y trabajadoras en el mundo.
¿Por qué no planteamos las cosas de otra manera?. A la pregunta de si es necesaria una reforma laboral respondamos que sí, pero apliicando otra perspectiva: la dignidad del trabajador. Desde ella, lo primero que tendríamos que eliminar es el término mercado laboral: en el mercado hay cosas que se intercambian, las personas no pueden ser tratadas como cosas y, mucho menos, ser intercambiadas.
Decimos que sí es necesaria la reforma laboral porque es urgente detener la tendencia a que existan trabajadores pobres: todos los salarios tienen que permitir una vida digna a los trabajadores y sus familias. Decímos que sí es necesaria la reforma laboral porque hay que reducir las enormes diferencias salariales que existen, incluso entre trabajadores que realizan el mismo trabajo en el mismo lugar (hombres-mujeres, fijos-temporales, …). Decímos que es necesaria la reforma laboral porque no se puede permitir que haya personas dispuestas a trabajar y no encuentren un empleo acorde a las capacidades que pueden aportar a la sociedad o que esté en desempleo. Decímos que es necesaria la reforma laboral para que los tiempos de trabajo se racionalicen y permitan la vida familiar, la vida social, la vida religiosa, la vida política. … Decímos que es necesaria la reforma laboral porque hay que dignificar el trabajo: por un trabajo para la vida.